Era diez de Febrero cuando Ana Carolina fue a su última sesión de terapia, con ella demostraba que podía seguir adelante. Se sentó en el colectivo, del lado ventana y sacó de su cartera la novela que le había regalado su amigo Unamuno. Empezó a leer, el viaje de microcentro a Pilar era largo. A la altura de Escobar ya había alcanzado la mitad del libro.
Se bajó 35 minutos después, llegó a su casa y con ansias terminó Niebla. Tomó un café, eran las 17, tenía que seguir con su trabajo. Agarró la máquina de escribir . Leyó el párrafo que había redactado el día anterior, Juana, su personaje iba escaparse de la casa, huir de su mamá y su “nuevo marido”, en ese momento las dificultades comenzaron.
- Un placer conocerte, Ana.-
- ¡Ay!- exclama - ¿Juana? ¿qué estás haciendo? -¡Oh͵ no! ¿Qué está sucediendo conmigo?- pensaba-¿me estas hablando?¿Cómo me encontraste?-
- No es tan complicado saber dónde está alguien cuando uno es fruto de sus pensamientos. Venía a decirte que me voy a quedar en casa, voy a apoyar a mi madre. Sí, me quedo.-
- Pero...pero...no sos vos quien decide ésto ¡Te vas ya de acá, y de la casa de mamá!-
- No, lo mejor es quedarme, lo pensé con claridad.-
-No tiene coherencia nada de ésto. Ni qué haces acá, ni lo que decis, vos sos un personaje, sos una ficción. No tenes vida, y mucho menos razonas.-
- Sí la tengo, vos misma me la diste, Augusto me ayudó a darme cuenta de la verdad; y desde que leíste “Niebla” yo pude venir hasta acá para hablarte. Yo soy vos, en el pasado.-
- ¿Augusto? ¡No hay ninguna verdad ni en Augusto, ni en vos! Por favor te pido que dejes de decir tonteras y te vayas; o vuelvas, de donde viniste: de mí.-
- ¿Quién dice que no existo?, como bien dijo Augusto a Unamuno: “por ahí sea usted y no yo el ente de ficción, el que no existe en realidad, ni vivo, ni muerto… No sea que usted no pase de ser un pretexto para que la historia llegue al mundo.”-
-No necesito ni citas, ni nada. Vos no lees, no podés... Ni siquiera sos un cuerpo. No existís fuera de mi, y menos fuera de este texto. Sos lo que yo quiero y quiero que te vayas de ésa casa, ésa fue mi decisión y va a ser también la tuya-
- Vos quisiste que yo esté acá, porque sabes que existo y que somos iguales. Tenés miedo a que yo siga viviendo en vos y, peor aún, que tome decisiones distintas, mejores. Ambas sabemos que me diste más coraje del que tenés. -
-¡No sabés quién soy yo, no me conoces! Lo que sabés, lo que te gusta, lo que hacés es producto de mi imaginación. No estás muerta porque nunca viviste, no sentís y menos pensás. No sos nada más que yo. - Ana Carolina decía esto con fuerza y repetía la última oración.
- Repetís y repetís siempre lo mismo porque no querés admitir que vos me trajiste acá, que soy ese personaje que creaste para disimular la verdad y ahora, estoy cambiando la historia, tomando la dirección correcta.-
- ¡Lo voy a repetir hasta que lo entiendas y finalmente desaparezcas!Yo tengo poder sobre vos, no sos nada más que un personaje. Y, por eso soy yo quien puede hacer lo que se me plazca con tu existencia ficticia. No sos como yo; yo no era como vos, sos mi creación y éso te aleja mucho de ser vos quién decida sobre qué es correcto y qué no.-
- una vez más voy a citar a Augusto : “aun suponiendo su peregrina teoría de que yo no existo de veras y usted sí, de que yo no soy más que un ente de ficción, producto de la fantasía novelesca o nivolesca de usted, aun en ese caso yo no debo estar sometido a lo que llama usted su real gana, a su capricho. Hasta los llamados entes de ficción tienen su lógica interna…” . me diste rebeldía, valentía, solidaridad , cosas que siempre quisiste tener ¿no tengo que actuar de acuerdo a eso?-
-¡Basta! ¡Por favor, basta! No sabés quién soy, qué quiero. Y así como te di todo éso, puedo quitártelo. -
-Todo lo que decís son puras patrañas, vivo en vos desde lo dieciséis años, desde el momento que empezaste este libro a relatar la adolescencia que vivimos.- responde Indignada de escuchar aquellas palabras
- No viviste lo mismo que yo, no sabés lo que es el dolor o el sufrimiento. Vos, un mero pensamiento que no es capaz de vivirlo. Así que, te ruego, dejame seguir adelante con MI vida-.
Ana Carolina cada vez más desesperada intentaba convencerse de que Juana no era nada más que una creación.
- ¡¿Que no sé lo que es el dolor!? e repito: Vos me diste la vida. Al escribirme, me hiciste respirar, pensar y hasta sentir el dolor. Lo que sufrí por culpa de mi madre, tu madre; y aquel marido que creía ser dueño de ella y de mi, ambos hicieron de mi vida un infierno. Sin embargo, yo voy a quedarme en la casa, porque yo me diferencio de vos ¡no tengo miedo de enfrentar a aquél hombre y mostrar la realidad!-
-Cada vez entiendo menos y ¿Quién te crees que sos para acusarme sobre mis acciones? En la vida real, las cosas no son tan simples, mi madre estaba cegada por el amor a ese hombre y yo no podía hacer nada. En la ficción, las cosas dependen de cada creador, en tu caso, soy yo.
- Entonces admitís, que tuviste miedo de enfrentarte a ella y él. Y ahora te sentís culpable por tus acciones. Es por eso que estoy yo aquí, para justificar tu culpa. Para desahogarte. -
- No entiendo cuál es tu punto; ni el sentido de nada de ésto. Vos sos una imaginación propia, no estás basada en la vida real. No sos nada, un personaje (o al menos eso es lo lógico)-
- Sí sabes a qué me refiero, no lo ocultes, sabes que yo soy vos en el pasado. Y me creaste para justificar tus acciones, para liberarte . Porque , todavía no te conformas con tu propia vida. Día y noche te juzgas. Es por eso, que querés que me vaya de la casa, abandonando a mi madre; y sólo por tu pensamiento egoísta de querer terminar con aquel remordimiento que posees.
Ana Carolina no logra a formular una respuesta coherente, se ha quedado sin palabras. Pensando si en el fondo es verdad lo que plantea, si fue egoísta por su parte, de haberse marchado de su casa o no.
-...
- Este silencio confirma que te has dado cuenta de la verdad. Siendo así, espero que te tomes en cuenta que mi reclamo, dejándome quedarme en la casa, dándome la oportunidad de cambiar mi destino y el tuyo. Ésta discusión no hará que yo desaparezca, ya estoy acá tan viva como los sentimientos con los que me escribiste, y no vas a poder vencerlo. Vine hasta acá para que sepas qué sucederá y te concilies con éso; que estoy segura que es lo mejor. Quiero que me mires como una oportunidad, porque mi accionar es en parte una duda que siempre tuviste y tendrás, y eso lo sabemos muy bien las dos. No dejes en mi conciencia, en la tuya, "qué podría haber pasado" y aprovechemonos la una a la otra. Sólo así, a tu edad, podremos caminar livianas.